sábado, 12 de noviembre de 2011







Managua

Dr. Norbert-Bertrand Barbe

            Hablar de la Managua de hoy parece imposible, ya que se trata de un organismo urbano no planificado. La Managua de antes del terremoto del 72, bien referenciada por lo menos a nivel fotográfico, ofrece un testimonio de una capital con sus características acostumbradas, a pesar de que, los artículos publicados por La Prensa en su 80 aniversario revelan que carecía de parques públicos.
            Pero a pesar de la apariencia, no es imposible hablar de la capital y su inconsciente ideología de conformación. De los tres modelos de la urbanística contemporánea (ciudad-jardín, lineal e industrial), como muchas capitales Managua retoma el de ciudad lineal, por dos razones, la 1a genética o formativa: el origen de la ciudad lineal en la renacentista de avenidas, ya no de barrios autosuficientes; la 2a evolutiva: el desarrollo conurbano de Managua, devenida ciudad tentacular, regándose tanto fuera de sí, en suburbios pobres, como hacia otras ciudades, al comer a Masaya en líneas de ampliación relacionadas con puntos cardenales (Carreteras Masaya, Norte con el aeropuerto y los Prados del Doral, Sur para cooperantes internacionales).
            Esta ideología lineal (ideología evidente también en los planos de Alfredo Osorio Peters para la Managua futura) se ve en la desmultiplicación de rotondas con monumentos urbanos, símbolos de poder: en el centro abstractos con iconografía neo-constructivista de líneas tendiendo al cielo (rotondas del Periodista, de Plaza Inter o la más reciente por la UNICIT); en la parte del Malecón, antiguo centro de la ciudad y lugar presidencial (si exceptuamos el monumento-objeto urbano que es la concha acústica propiciada por el alcalde Herty Lewite al final de su mandato como imagen de la “modernidad” - entendiéndose aquí la palabra en su sentido popular, no histórico - de su gestión): monumentos realistas propagandísticos conmemorativos a la guerra y los héroes nacionales (Sandino del mirador de Tiscapa, Montoya, parque de la Paz, estatua del obrero combatiente por el González), casi todos igualmente con iconografía ascensional (sombra gigantesca hacia el cielo de Sandino, brazo levantado del obrero llevando ametralladora, faro del parque de la Paz); en el segundo círculo partiendo del actual centro simbólico (MetroCentro) monumentos conmemorativos de lo literario y religioso (rotonda de El Güegüense, monumento a Cristo Rey o a la Purísima); por fin, en un tercer círculo hacia los barrios más alejados, monumentos anecdóticos (la Sirena, la mujer gorda del Oriental). De una falsa contemporaneidad, asumida en el centro, con la paradigmática rotonda de la fuente a Rubén Darío (con sus variantes gaudiescas en las Galerías de Santo Domingo), serie de cubos encajonados, hacia los elementos más narrativos de la auto-representación que tienen de sí mismo y la nacionalidad dirigentes y alcaldía, se expresa una dicotomía cuyos efectos urbanísticos se perciben a nivel también estructural: la Managua de hoy, no planificada, si se extiende, lo hace hacia nada.
            El principio de ciudad lineal proviene del moderno de centralización, en el cual la avenida expresa el poder del noble en su carruaje, por lo que provoca la avenida una puesta en perspectiva de los grandes objetos de poder que son la catedral y el palacio principesco, visibles desde cualquier perspectiva gracias a la organización en grandes arterias de la ciudad: son, además de Roma, los Campos Eliseos en París, del Arco de Triunfo al Obelisco (contiguo al palacio presidencial) y el Louvre; Trafalgar Square en Londres; la Rambla en Barcelona; la cruzada entre Gran Vía y Paseos del Prado, de Recoletos y de la Castellana en Madrid. Pero el Paseo Europeo de Managua, que parte de la rotonda Darío, y termina saliendo de Managua (de donde su nombre de Carretera Masaya), no tiene ningún monumento ni edificio patrimonial o gubernamental que pueda justificar su posición de centro. La ubicación ahí de bancos, al igual que en Plaza España, podría conformar una “City” a la londinense, si no colindaban con night clubs. De lo mismo, en la avenida universitaria, que forma ángulo con el Paseo, una de las principales paradas de buses interdepartamentales, por ser llegada de los estudiantes de la UCA, la UNI y la UNAN, la nueva entrada principal de la UCA está frente a la Cascada, bar y motel para encuentros sexuales.
            La avenida, por ser lugar de paseo e intercambios sociales, como los grandes boulevards, deben de tener cafetines donde sentarse, arboladas debajo de las cuales caminar, “grands magasins” donde comprar, aceras anchas y favorecer el recorrido peatonal. En Managua, las avenidas como el Paseo Europeo casi no tienen árboles, por lo que bajo la lluvia o el sol es difícil caminar. Hay pocas aceras, todas discontinúas. Los pocos árboles fueron sembrados en aceras demasiado estrechas y tienen ramas tan bajas que obligan a andar cabeza gacha, mientras los troncos impiden caminar en las escasas aceras.
            Tampoco Managua es una ciudad medieval, con barrios autosuficientes. Se desmultiplican pulperías, mercados, supermercados y centros comerciales, pero ni los supermercados, regados por la ciudad, ni los 3 mercados, demasiado esparcidos, logran abastar a cada barrio en una capital sobre-extendida. Las pulperías, que no proveen de lo básico, tendrían que corregir, por su gran número, la mala repartición de los supermercados, pero igual que éstos practican precios mayor que las distribuidoras, haciendo, al contrario de otros países, indispensable el mercado. Asimismo, los centros comerciales y lugares de comidas rápidas, practicando precios de restaurantes de lujo, favorecen la implantación anárquica de comiderías ambulantes en las calles. Por lo que Managua tiene rostro de economía de necesidad. Ciudad lineal espontánea, no tiene eje central a lo largo del cual ubicar con lógica estas avenidas con rotondas, tampoco proporciona calles suficientemente anchas para los carros, por lo que hay embotellamientos permanentes, incomprensibles en una ciudad sin industria, y se crearon rotondas que, atrasando más el tráfico, son remplazadas por pasos a desnivel, los cuales transforman todavía más nuestra capital en ciudad anti-peatonal.
            Sin arquitectura vertical desde el 72 (salvo los edificios Pellas y Lafise y los hoteles Princess, Holiday Inn y Real InterContinental MetroCentro), Managua no aprovecha tampoco sus hermosas vistas de lago y volcán, siendo una ciudad-rótulo a la norteamericana, pero sin el atractivo ni las atracciones de Las Vegas, y siendo lugar de partida para toda la Costa Pacífica de un enramado de alambres eléctricos que, colgando en el aire (en vez de estar enterrados), no nos han permitido tener tranvía con energía eléctrica (la cual tampoco es proveída por hidroelectricidad a pesar de la presencia del lago), pero sí estragos físicos entre los ciudadanos que padecen de interferencias eléctricas permanentes en sus cuerpos.